Una maestra Jardinera Adventista debe ser:
- Una seño que no mire a la compañera que tiene al lado o a la directora, sino que ponga sus ojos fijos en Jesús, lo imite solo a él y recuerde que solo a él le tendrá que dar cuenta de sus actos.
- Una seño que sienta la presencia de Jesús a cada momento, cuando un nene llora porque no quiere entrar, cuando una mamá se enoja porque el nene perdió la taza, cuando del ministerio llega otra planilla más que llenar. Siempre debe recordar que Jesús está a su lado, la ayuda la sostiene y le da sabiduría.
- Una seño en sintonía con el PMDE (Plan Maestro de Desarrollo Espiritual), que pueda transversalizar los valores eternos dentro del marco de contenidos, que no sea la filosofía adventista, un agregado en su planificación para cumplir, o que mire con desesperación la columna de integración fe-enseñanza porque no sabe que hacer. Debe vivir a Cristo y la Educación Adventista viene sola .
- Una Seño que pueda relacionarse con todos los que la rodean, de una buena manera. tanto con los niños en el aula, con los padres en la puerta (esa terrible puerta), con los directivos, y con sus colegas.
- Una seño que cuida su cuerpo y su mente, cuide las películas que ve, los programas que ve, lo que hace cuando no está en el Jardín, las palabras que usa para dirigirse a los niños, como las que usa para dirigirse a su familia, que cuide su alimentación recordando que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que la pirámide de los alimentos, no sirve solo para hacer con los chicos, sino que es importante una alimentación equilibrada .
- Una seño, que busque hacer siempre lo mejor como para Dios. Por lo tanto una seño que no se quede con las actividades que le dieron en el profesorado, con la canción de la ronda redonda, hacer barquitos de papel o un collage, sino que se prepare, se capacite, abriendo un abanico de posibilidades, sea creativa, esté a tono a los chicos del 2000, niños que no tienen mascota pero que conocen al chita del áfrica por discovery kids, niños que no tienen presente a Dios y hay que hacérselos real.
- Una seño que reconozca en su alumnito a un hijo de Dios, que reconozca que Dios creó la diversidad, y como ningún copo de nieve es igual al otro, ningún niño es igual al otro. Que sea una seño que comprenda y valore las riquezas de las diferencias, sin exasperarse cuando un niño la mire con una mirada perdida, u otro le diga "no entiendo seño", u otro le diga "ay, seño eso es aburrido". Se debe repetir a ella misma "Dios nos hizo a todos diferentes, y no terminó su obra en mi, ni en ellos".
- Finalmente una seño que utilice con cuidado su lengua, recordándo que con ella puede construir o destruir, que un "vos podés", hace sentir al niño capaz de todo, y le da la seguridad que necesita para volver a intentarlo. Pero que lamentablemente un "siempre igual, no aprendés más", puede hacer tanto daño que perdura en la memoria de aquellos chiquitines por años, y puede dejar marcas que no se ven pero que son duraderas. Esta seño debe utilizar el lenguaje, como todo su ser para mostrar a Jesús como el maestro de maestro, el amigo de los niños, el consejero y ayuda de los padres, el redentor del mundo.
Nota: esta es una paráfrasis, describiendo de manera actualizada el perfil del docente que presenta el libro "Pedagogía Adventista" en la pág 52 a 56, pero con la particularidad de que yo lo contextualicé al ámbito del Jardín.
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